miércoles, 18 de mayo de 2016



 El dilema de la pastelería, parte I

Hace cinco años hice mis primeros "cupcakes" para el cumpleaños de mi hermana.Y los pongo entre comillas no porque sea de esas que no las saben usar, como las que dicen vendo "tortas" o acá no se "fía", sino porque realmente no eran cupcakes, eran unos prototipos llenos de amor pero con muy poca información en su realización. En ese momento no estábamos todos enloquecidos armando tableros de Pinterest y fallando miserablemente en hacerlos realidad. By the way, gracias Pinterest, gracias a vos tengo el pelo de todos los colores por querer ponérmelo gris. RE gracias, estúpido Pinterest. En fin.

Retomando, eran como unas magdalenas ricas bañadas en chocolate y nada más. Pero para mí fueron un triunfo, compré el mejor chocolate, les tiré las sprinkles más coloridas, hice una recorrida de cotillones con mi mamá (que se aguanta todas mis obsesiones y es la encargada de la investigación previa y de la ejecución de tareas a la perfección), le pedí prestado el horno a mi mejor amigo y así, todos en familia, nos metimos en la aventura de los cupcakes.

No quedaron ni las migas. Me sentí como la Alma Obregón de Buenos Aires (aunque en ese momento no la conocía). La ignorancia quizás sí hace a la felicidad, estaba chocha sin saber que había hecho unas riquísimas magdalenas, pero no cupcakes.

Unos años después, me encargue de la mesa dulce de la comunión de mi sobrina. Ahí ya estaba mucho mejor informada, tenía encima centenares de tutoriales y mi mamá ya sabía dónde conseguir la mejor materia prima. No podía fallar. Para practicar, hice una buttercream de merengue suizo y me salió bien a la primera. No lo podía creer! Después hice una ganache de chocolate, buttercream de vainilla, decoraciones con fondant, cake pops, de todo. Y cuando mi conejillo de indias personal probaba mis creaciones, me di cuenta de que a nosotros no nos gusta la buttercream. A todo el mundo le parece empalagosa, incluso la de merengue suizo que tiene un sabor mas delicado. Nada. Sí, quedan divinos, bellos, y debo admitir que los chicos en la comunión no dejaron un cupcake en pie. Pero a los adultos no nos convence el cupcake, que de por sí ya es medio grandecito para tomar con el café, y para combinarlo con mate, bueno... digamos que no pega muy bien.
Mini brownies. Rosarios y hostias included.

Tal fue el caso, que los adultos disfrutaron infinitamente más las tarteletas de frutas con crema pastelera, dulce de leche y chantilly respectivamente y los mini marquisse causaron sensación.









                                                                   
                                                                                                         Las tarteletas frutales                                                                                                            (la mini mesa de pajaritos también la hice yo!)

Después de la comunión dejé los cupcakes bastante de lado porque parece que para nosotros no hay nada mejor que un buen brownie con dulce de leche, o una torta frita bien sequita espolvoreada con azúcar, o como las hago yo, con azúcar y canela.

Los cupcakes de la comunión, sprinkles y todo
Está bien, alguien puede decir "por ahí tus cupcakes eran feos". Bueno por ahí VOS SOS FEO! jaja ahora hablando en serio, creo que no, porque también probamos comprados en confiterías y estoy casi segura de que el cupcake es algo que queremos tener en las mesas dulces porque es lo más lindo que hay, pero siempre es un momento medio forzado cuando tenemos que comerlo. Aparte, la cuota dulce del cupcake te deja sin poder probar las otras cosas dulces de la mesa, aunque sea por un rato jaja y mi alma de gorda se siente muy mal cuando tiene las opciones limitadas. 

En realidad estoy desvariando de esta manera porque tengo otra mesa dulce que planear y estoy pensando seriamente en volver a mis raíces pasteleras y dejar de pedirle fondant al olmo.



1 comentario:

  1. Excelente reflexión. Quiero probar las tarteletas! Y podemos compartir un cupcake. Y unas french toasts. Y un key lime pie. "Besos"

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