lunes, 30 de enero de 2012

De por qué los tipos son más felices que nosotras

¡No 5, sino 8 datos que te tiran la posta!





                                                  1. Arreglan todo con un par de piñas.












2. Comen como unos hijos de puta y no se mueren
del dolor de panza  como nosotras.










  3. Tienen permitido decir boludeces y hacer bromas de mal gusto todo el día, y en vez de ser llamados "pelotudos", se les dice "personajes"




4. Cagan felizmente cuando y donde quieren. Casi ni se constipan. De hecho, hablan libremente de lo que hicieron en el baño y hasta compiten con sus amigos.



5. Compran tan mal en el supermercado que no
te dejan otra opción que no mandarlos solos. Ever.

             







                6. Sus respuestas cortas evitan conflictos.
                                                                             









                                                      7. Se ríen de sus propios pedos. 






8. No se depilan los bigotes con cera.

miércoles, 11 de enero de 2012

De por qué la felicidad engorda

Después de un largo análisis de mi vida, he llegado a la conclusión de que ser feliz me engorda. No sé por que todos dicen que cuando estás deprimida te clavás un cuarto de helado y 4 paquetes de papas. Cuando estoy de mal humor, no tengo ganas de comer nada, pero cuando estoy contenta... I'll be damned.

Las ocasiones felices siempre llevan a picadas, cervecita, "picsas", y ahora, mi flamante y temible y hobby: Los cupcakes. Ah, y encima como estoy más vieja, descubrí que me gustan cosas como el vino cosecha tardía. Vino, lo único que me faltaba.

Osea dale, ponele que te encontrás a tu novio con Fort. Lo que menos se te ocurre es comerte una lasagna. Te vestís de ninja, entras a la casa y le robás todo el lubricante que encuentres, con eso aprende seguro. Y la lasagna te la comés para festejar lo mucho que le va a doler, lo cual nos hace volver a la teoría de que la comida es para para agasajar.

Puedo ir un paso más allá y decir que un claro ejemplo de mi teoría aplicada son las fiestas. Uno en navidad se come to-do-, pero mal. Las festividades están llenas de comfort food, "Mirá, la pavita que hace mi mamá", "No te podés perder los bocaditos de la tía fulanita, son una bomba". Deliciosas preparaciones que datan de nuestra niñez y cuyas recetas nuestros parientes nunca nos quieren entregar. Qué rico, genial.



Ahora imaginate lo mismo, pero en un velorio. "Cheee, me comi todo cuando estiró la pata tu tío" No da.
Chicas, ¿se acuerdan del día que me rajaron del trabajo? Me comí una suprema Maryland! Sigue sin dar.

La única excepción podría ser la comida del "F*ck this sh*t", que te hace romper la dieta el día en el que te enterás que hay un programa en la tele que te paga por nadar en la pileta, bailar desastrosamente y hablar mal de los demás. Ese día decís, se va todo a la mier... Me voy a starbucks y me pido la bebida con más crema que tengan. De esas que ya tienen tanto dulce que ni gusto a café tienen.

Chau, me voy a comer una picada que está mi hermana de visita. Oh, life...